Preparaba la
maleta, lo hacía de manera torpe. Tenía que irse a la mañana siguiente, no
podía permanecer en la ciudad un día más. Si tan sólo él correspondiera a sus
sentimientos de manera adecuada. Pero no era así. Era inaudito, Lídonel hacía
maravillas por él, detalles que nadie más tendría jamás, ¿y qué prefería Roltant? El hueco cráneo de un musculoso
cualquiera. Ni siquiera era apuesto. Para colmo Roltant sabía lo que sucedía,
sabía de los sentimientos de Lídonel, hasta sentía afección por él, pero eso no
era suficiente para el pequeño ambicioso, él debía tener a alguien a quien
presumir, alguien que impresionara con sólo mirarlo, y por eso sólo flirteaba
con Lídonel, para tenerlo cerca y Lídonel no hacía menos por propiciar esta
situación. No es que Roltant fuera un mal muchacho, sólo que no se sentía
seguro de sí mismo. Pero eso es justificarlo demasiado. Esta vez había pasado
el límite y Lídonel, afable, tranquilo y siempre atento con Roltant, estaba por
perder el control. No, eso no podía pasar. No quería hacer daño a Roltant, no
realmente. ¿Quién iba a querer hacer daño a alguien a quien quiere? Pero por otro lado, es lo más lógico,
¿no es así? Sólo alguien a quien quieres, alguien quien despierta pasiones
ocultas al resto del mundo puede gatillar ese impulso de locura en una persona
tranquila. Lídonel había sido una persona muy tranquila por mucho tiempo, por
demasiado tiempo. Empacar, rápido, sólo lo necesario. Debía alejarse de Roltant,
por el bien de ambos, por el cariño que aún le profesaba. Dios!, si tan sólo Roltant se hubiera mantenido al margen. Qué
importaba que estuviera en brazos de otro. Lídonel podía esperar paciente a
que sufriera una decepción y cuando se
estuviera recuperando, siendo su apoyo, siendo comprensivo y cariñoso, Roltant
se daría cuenta de lo que Lídonel vale. Pero Roltant tenía que cruzar la línea.
Tenía que echar el plan abajo. No se puede esperar que después de un abrazo
así, de un tierno y pasional beso como aquel le permitiera irse a brazos de
otro como si nada hubiera pasado. Roltant había cruzado una línea tras la cual
Lídonel se mantenía tranquilo esperándolo y no permitiría que la cruzara de
regreso dejándolo solo después de esto. No pienses en ello Lídonel. Empacar, irse,
comenzar de nuevo en otro lugar. No necesito llevar esto, ni esto. Mis notas!
No. No las necesito, son un recordatorio de una obsesión de la que trato de
huir.
Roltant, ese
apuesto y malvado Roltant. Lágrimas comenzaron a surcar el rostro de Lídonel. No
recordaba que tenía que empacar lágrimas también. Cuando casi hubo
terminado era temprano aún. El autobús no saldría sino hasta la mañana
siguiente. Esto no era bueno, debía mantenerse ocupado y no pensar en él, no
pensar en ellos, juntos, disfrutando uno del otro. Roltant. ¿Pensarás en mí mientras
lo abrazas a él? Mi querido Roltant. La sangre corrió por el labio de
Lídonel por la fuerza con que se mordía a sí mismo tratando inútilmente de
contener la rabia que lo atacaba. No, no, debo pensar en otra cosa. Qué me
hace falta? Debo… Debo revisar los papeles, debo volver a checar mis
documentos. Pero era inútil,
tenía todo y lo sabía, identificación, título, acta de nacimiento, en fin, todos
los documentos que necesitaría para cualquier cosa. Para no regresar de nuevo a
esta ciudad maldita. Desaparecer de aquí de una buena vez, tan asertiva y
rápidamente que podría hacer cualquier cosa esta noche y no sospecharían de él.
Podría ir hasta la casa de Ádimer, seguro encontraría a Roltant ahí. Si,
¿y entonces qué? Entonces le das un tiro en la cabeza a cada uno. No, no podría.
Claro que podrías, ¿qué te detiene? Hazlo! Ve. Sólo ve a la casa, echa un
vistazo por la ventana, si no está ahí, entonces podrás partir tranquilo. ¿Qué
esperas? ¿A qué le temes, a que sea cierto? Ve, compruébalo, la duda te
perseguirá allá donde vayas. Lídonel tomó las llaves de la camioneta y
salió derrapando. Después de recorrer unas calles frenó de repente. Esto
es ridículo. No debo ir. Mañana empiezo una nueva vida, lejos de aquí, de
todos. No me importa con quién esté ahora. Ah, pero si te importa. Vamos, sólo
unas cuadras más.
Lídonel llegó
a la casa y sigilosamente se asomó por la ventana. No podía ver a nadie en la sala
de la pequeña casa. Toca, seguro están en la habitación y no lo sabrás viendo desde aquí.
Lídonel se ajustó el saco y llamó a la puerta. Un minuto después Ádimer abría
la puerta, vistiendo los pantalones de una pijama, con el torso desnudo. Está aquí, ¿verdad? No lo niegues maldito.
Roltant, Roltant! Roltant salió de la habitación, vistiendo el complemento
de la pijama de Ádimer. Eso fue suficiente para Lídonel. No es lo mismo saber
algo, sean sospechas o con certeza, que ser testigo de ello. Algo se rompió
dentro de Lídonel, ¿un hilo de cordura, su corazón? Quizás ambos. Vio que
Roltant decía algo, pero no podía escucharlo, a su vez Ádimer hacía ademanes
amenazantes en dirección a Lídonel mientras gritaba a Roltant, aunque tampoco escuchaba
lo que decía, todo era confuso y lo veía como en cámara lenta. Roltant comenzó
a llorar y Ádimer gritaba y gesticulaba de manera violenta. De repente el tiempo volvió a su ritmo normal
y Lídonel tenía un arma en la mano. No recordaba haberla tomado cuando salió de
casa, pero ahí estaba, tan ligera y confortable en su mano. La levantó y apuntó
a Ádimer con ella. El pobre desgraciado sólo tuvo tiempo para poner una
expresión de miedo al darse cuenta de lo que seguiría, la bala le voló la
cabeza y cayó desplomado al suelo, sin siquiera emitir un grito ni otra
reacción. Roltant estaba paralizado de pánico, Lídonel entró a la casa y cerró
la puerta tras de sí. Había sangre por todos lados, incluso sobre Roltant.
Roltant, apuesto y risueño Roltant. Yo, yo no quería que esto sucediera así Ro.
Yo, yo solo quería que me dejaras quererte. Nunca te pedí nada más. Esto, esto…
esto es tu culpa. Lo siento Ro, pero tú te buscaste esto. Lídonel apuntaba
a Roltant mientras este lloraba y suplicaba y temblaba de miedo. La escena
conmovió a Lídonel y rodeó a Roltant en sus brazos como protegiéndolo. Lo
siento, lo siento mi pequeño Ro, no quería que esto sucediera, de verdad que no
quería. Pero tú, tu despertaste de nuevo esa voz en mi cabeza y ahora no puedo
hacerla callar. Oh Ro, mi pequeño Ro. Lo siento tanto. Lídonel también lloraba
de manera desconsolada mientras abrazaba con fuerza a Roltant, aún tenía el
dedo en el gatillo de la pistola. Ro, pequeño Ro, perdóname, perdóname por
favor, pero no puedo arriesgarme a que vuelvas a alejarte. Roltant temblaba de manera descontrolada al
darse cuenta de que Lídonel apretaba el cañón de la pistola contra su pecho y
antes de que pudiera decir nada, Lídonel jaló del gatillo y Roltant cayó pesado
y sangriento entre sus brazos. Lídonel lloraba incontenible. Perdóname
Ro, pero tú me orillaste a esto. Perdóname… Lídonel repetía sus
lamentos una y otra vez mientras besaba los labios sin vida de Roltant, mientras
dejaba que la sangre que brotaba de su corazón bañara su culpa y ahogara la voz
en su cabeza. Pero ahora tenía que volver a casa, no había terminado hacer las
maletas.
28/marzo/2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario