4.13.2013

Empacar


Preparaba la maleta, lo hacía de manera torpe. Tenía que irse a la mañana siguiente, no podía permanecer en la ciudad un día más. Si tan sólo él correspondiera a sus sentimientos de manera adecuada. Pero no era así. Era inaudito, Lídonel hacía maravillas por él, detalles que nadie más tendría jamás, ¿y qué prefería  Roltant? El hueco cráneo de un musculoso cualquiera. Ni siquiera era apuesto. Para colmo Roltant sabía lo que sucedía, sabía de los sentimientos de Lídonel, hasta sentía afección por él, pero eso no era suficiente para el pequeño ambicioso, él debía tener a alguien a quien presumir, alguien que impresionara con sólo mirarlo, y por eso sólo flirteaba con Lídonel, para tenerlo cerca y Lídonel no hacía menos por propiciar esta situación. No es que Roltant fuera un mal muchacho, sólo que no se sentía seguro de sí mismo. Pero eso es justificarlo demasiado. Esta vez había pasado el límite y Lídonel, afable, tranquilo y siempre atento con Roltant, estaba por perder el control. No, eso no podía pasar. No quería hacer daño a Roltant, no realmente. ¿Quién iba a querer hacer daño a alguien a quien  quiere? Pero por otro lado, es lo más lógico, ¿no es así? Sólo alguien a quien quieres, alguien quien despierta pasiones ocultas al resto del mundo puede gatillar ese impulso de locura en una persona tranquila. Lídonel había sido una persona muy tranquila por mucho tiempo, por demasiado tiempo. Empacar, rápido, sólo lo necesario. Debía alejarse de Roltant, por el bien de ambos, por el cariño que aún le profesaba. Dios!, si tan sólo Roltant se hubiera mantenido al margen. Qué importaba que estuviera en brazos de otro. Lídonel podía esperar paciente a que  sufriera una decepción y cuando se estuviera recuperando, siendo su apoyo, siendo comprensivo y cariñoso, Roltant se daría cuenta de lo que Lídonel vale. Pero Roltant tenía que cruzar la línea. Tenía que echar el plan abajo. No se puede esperar que después de un abrazo así, de un tierno y pasional beso como aquel le permitiera irse a brazos de otro como si nada hubiera pasado. Roltant había cruzado una línea tras la cual Lídonel se mantenía tranquilo esperándolo y no permitiría que la cruzara de regreso dejándolo solo después de esto. No pienses en ello Lídonel. Empacar, irse, comenzar de nuevo en otro lugar. No necesito llevar esto, ni esto. Mis notas! No. No las necesito, son un recordatorio de una obsesión de la que trato de huir.

Roltant, ese apuesto y malvado Roltant. Lágrimas comenzaron a surcar el rostro de Lídonel. No recordaba que tenía que empacar lágrimas también. Cuando casi hubo terminado era temprano aún. El autobús no saldría sino hasta la mañana siguiente. Esto no era bueno, debía mantenerse ocupado y no pensar en él, no pensar en ellos, juntos, disfrutando uno del otro. Roltant. ¿Pensarás en mí mientras lo abrazas a él? Mi querido Roltant. La sangre corrió por el labio de Lídonel por la fuerza con que se mordía a sí mismo tratando inútilmente de contener la rabia que lo atacaba. No, no, debo pensar en otra cosa. Qué me hace falta? Debo… Debo revisar los papeles, debo volver a checar mis documentos.  Pero era inútil, tenía todo y lo sabía, identificación, título, acta de nacimiento, en fin, todos los documentos que necesitaría para cualquier cosa. Para no regresar de nuevo a esta ciudad maldita. Desaparecer de aquí de una buena vez, tan asertiva y rápidamente que podría hacer cualquier cosa esta noche y no sospecharían de él. Podría ir hasta la casa de Ádimer, seguro encontraría a Roltant ahí. Si, ¿y entonces qué? Entonces le das un tiro en la cabeza a cada uno. No, no podría. Claro que podrías, ¿qué te detiene? Hazlo! Ve. Sólo ve a la casa, echa un vistazo por la ventana, si no está ahí, entonces podrás partir tranquilo. ¿Qué esperas? ¿A qué le temes, a que sea cierto? Ve, compruébalo, la duda te perseguirá allá donde vayas. Lídonel tomó las llaves de la camioneta y salió derrapando. Después de recorrer unas calles frenó de repente. Esto es ridículo. No debo ir. Mañana empiezo una nueva vida, lejos de aquí, de todos. No me importa con quién esté ahora. Ah, pero si te importa. Vamos, sólo unas cuadras más.

Lídonel llegó a la casa y sigilosamente se asomó por la ventana. No podía ver a nadie en la sala de la pequeña casa. Toca, seguro están en la habitación y no lo sabrás viendo desde aquí. Lídonel se ajustó el saco y llamó a la puerta. Un minuto después Ádimer abría la puerta, vistiendo los pantalones de una pijama, con el torso desnudo.  Está aquí, ¿verdad? No lo niegues maldito. Roltant, Roltant! Roltant salió de la habitación, vistiendo el complemento de la pijama de Ádimer. Eso fue suficiente para Lídonel. No es lo mismo saber algo, sean sospechas o con certeza, que ser testigo de ello. Algo se rompió dentro de Lídonel, ¿un hilo de cordura, su corazón? Quizás ambos. Vio que Roltant decía algo, pero no podía escucharlo, a su vez Ádimer hacía ademanes amenazantes en dirección a Lídonel mientras gritaba a Roltant, aunque tampoco escuchaba lo que decía, todo era confuso y lo veía como en cámara lenta. Roltant comenzó a llorar y Ádimer gritaba y gesticulaba de manera violenta.  De repente el tiempo volvió a su ritmo normal y Lídonel tenía un arma en la mano. No recordaba haberla tomado cuando salió de casa, pero ahí estaba, tan ligera y confortable en su mano. La levantó y apuntó a Ádimer con ella. El pobre desgraciado sólo tuvo tiempo para poner una expresión de miedo al darse cuenta de lo que seguiría, la bala le voló la cabeza y cayó desplomado al suelo, sin siquiera emitir un grito ni otra reacción. Roltant estaba paralizado de pánico, Lídonel entró a la casa y cerró la puerta tras de sí. Había sangre por todos lados, incluso sobre Roltant. Roltant, apuesto y risueño Roltant. Yo, yo no quería que esto sucediera así Ro. Yo, yo solo quería que me dejaras quererte. Nunca te pedí nada más. Esto, esto… esto es tu culpa. Lo siento Ro, pero tú te buscaste esto. Lídonel apuntaba a Roltant mientras este lloraba y suplicaba y temblaba de miedo. La escena conmovió a Lídonel y rodeó a Roltant en sus brazos como protegiéndolo. Lo siento, lo siento mi pequeño Ro, no quería que esto sucediera, de verdad que no quería. Pero tú, tu despertaste de nuevo esa voz en mi cabeza y ahora no puedo hacerla callar. Oh Ro, mi pequeño Ro. Lo siento tanto. Lídonel también lloraba de manera desconsolada mientras abrazaba con fuerza a Roltant, aún tenía el dedo en el gatillo de la pistola. Ro, pequeño Ro, perdóname, perdóname por favor, pero no puedo arriesgarme a que vuelvas a alejarte.  Roltant temblaba de manera descontrolada al darse cuenta de que Lídonel apretaba el cañón de la pistola contra su pecho y antes de que pudiera decir nada, Lídonel jaló del gatillo y Roltant cayó pesado y sangriento entre sus brazos. Lídonel lloraba incontenible. Perdóname Ro, pero tú me orillaste a esto. Perdóname… Lídonel repetía sus lamentos una y otra vez mientras besaba los labios sin vida de Roltant, mientras dejaba que la sangre que brotaba de su corazón bañara su culpa y ahogara la voz en su cabeza. Pero ahora tenía que volver a casa, no había terminado hacer las maletas.


28/marzo/2013

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