Contemplaban el reflejo de las estrellas sobre la superficie
del agua, sentados en silencio a la orilla del muelle. El Oso errante comenzó a
hacer lo que mejor hacía, maravillarse y preguntarse acerca de todo a su
alrededor.
-¿Cómo se forma toda esta niebla?, ¿Viene acaso del mar?
-¿De verdad quieres saberlo? -Le preguntó a su vez el León
con una mirada pícara.
-¿Acaso lo sabes? Dímelo –Le pidió el Oso sin poder contener
la emoción.
-Verás, cada noche cuando las estrellas bajan a acariciar la
superficie del mar, como hoy, su tenue luz produce melódicos sonidos bajo el
agua del mar, entonces, por allá, cerca de aquella isla, se reúnen un grupo de
sirenas para bailar al ritmo de la música estelar. Por eso el agua se ve más
agitada en aquel punto. Y llegado el momento, cuando la melodía de las
estrellas toma una cadencia más suave, todas las sirenas se unen en coro,
cantando historias fantásticas de milenios anteriores, cuando el mundo estaba
cubierto completamente por el mar, y las vibraciones de sus cantos sacuden la superficie
del mar provocando pequeños borboteos.
-Pero eso no explica que haya neblina, al menos no aquí en
la playa y sobre los valles.
-No he terminado. El espíritu del viento está enamorado de
las sirenas, pero no puede llegar hasta ellas ya que nunca suben realmente a la
superficie, y el espíritu no puede atravesar las aguas. Así que, en su
obsesión, el espíritu del viento trata de tomar lo que puede de aquellas que
ama, y por eso rosa la superficie del mar allá donde borbotea con el canto de
sirenas y música de estrellas. Jubiloso, el espíritu del viento corre
embriagado en alegría extendiéndose hasta las montañas llevando consigo la humedad
de la superficie del mar, para presumir su preciada posesión.
Así que esto que ves y sientes, esto que conoces como
neblina, es en realidad el espíritu del viento tratando en vano de atrapar canto de sirenas con música de estrellas.